¿Qué pasaría si un artefacto pudiera contarnos, de primera mano, sus experiencias? ¿Qué deseos, miedos y ansiedades expresaría?
Históricamente, la presencia de las máquinas inteligentes en ciencia ficción, películas y literatura han ido de la mano con narrativas distópicas y decadentes. Seres, construidos por circuitos eléctricos y metal, deprimidos por la imposibilidad de ser verdaderamente humanos, cuestionando la legitimidad de sus emociones y pensamientos.
Este tropo tiene sus orígenes en la novela infantil Las aventuras de Pinocho, publicada en 1883 por el escritor italiano Carlo Collodi. A diferencia de la adaptación cinematográfica de 1940, producida por Disney, la novela sigue la historia de un niño de madera que desciende en un vacío donde la muerte y violencia son constantes. No deberíamos olvidar que la novela fue escrita durante el periodo de industrialización en Italia: reflejaba la obsoleta mano de obra, mecanización de la vida diaria y el miedo de la otredad en el centro de Europa, donde la migración rápidamente se expandía debido a la necesidad de los trabajadores industriales.
Con A Jab Line, Marz y Roberts construyen un ejercicio de especulación. Al fabricar una ficción dentro del espacio hecho para altos relieves y esculturas, los artistas invocan la presencia del Pinocho creado por Collodi hace 140 años. Este se materializa como un artefacto que ha vivido más allá de su esperanza de vida normal. Marz y Roberts usan su presencia para indagar sobre máquinas, la historia de la automatización industrial y la exposición emocionalmente compleja que se relacionan con nuestra relación contemporánea con los dispositivos electrónicos.
Para la presentación de EXPO CHICAGO, una instalación se presenta con las siguientes piezas: una escultura animatrónica de Pinocho y una serie de altos relieves en las paredes. La escultura está hecha de madera, metal y circuitos electrónicos. Sus ojos siguen al espectador, mientras que sus manos y pies se mueven libremente.
Los altos relieves, compuestos de paneles de madera barnizados, cubren la pared central del booth en su totalidad. Éstas ilustran, a través de síntesis y abstracción, bromas relacionadas a caricaturas políticas, animaciones y ficciones sobre la vida de Pinocho a lo largo de los siglos XX y XXI.
Así, la instalación muestra a Pinocho como el personaje principal de un programa de comedia, el cual cuenta una serie de bromas irresolutas, con diatriba y humor que pertenecen a otro tiempo, mostrándose a sí mismo como un comediante fallido.
