Pequod Co. se enorgullece de anunciar una nueva exposición de Paloma Contreras Lomas titulada Sombras nada más (Espíritu TV) que se abrirá al público el sábado 11 de noviembre. La muestra estará hasta el sábado 20 de enero.
Sombras nada más (Espíritu TV) es una instalación multimedia que comprende esculturas softie-cyborg, un conjunto de pinturas de gran escala, dibujos y videos.
El espectáculo se centra en dos ficciones que derivan de reenactments narrados por el paisaje sobre sucesos históricos de los que no existen registros oficiales. A partir de una investigación autobiográfica y afectiva sobre su propia familia, la niebla y el monte (padre y el tío de la artista) narran testimonios habitados durante su infancia y adolescencia en Acapulco durante la Guerra Sucia.
Más allá de un relato documental o familiar, Contreras Lomas pretende jugar con la representación del subsuelo, los cuerpos y la idea del archivo forense del paisaje mexicano. En un país donde reina la opacidad y circulan múltiples verdades, Contreras Lomas pretende crear ficciones de representación y recreación histórica mapeadas por un narrador omnipresente, en el que, al final de la noche, es el único en el que podemos confiar.
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Esta exposición está dedicada a los fantasmas de alguien más, a los de mi padre.
Francisco es el hermano que le sigue a mi papá. Tiene un rango de expresión facial impresionante, siempre en la familia es quien contaba los chistes o personificaba actores famosos. El último viaje que hicimos a Guerrero, él vino con nosotros y yo andaba viendo qué hacer con mis ideas y obsesiones alrededor del paisaje. Ya llevo años trabajando con el Paisaje- testigo, el paisaje-archivo forense, el Paisaje que ve. Pienso que el paisaje en México, desde la revolución, ha estado alineado al Estado o a la resistencia que lo habita. Quiero trazar a mi manera esa genealogía paisajística. El gobierno lo ha designado como el lugar donde habita el mal, lo ilegal. Mata a lo que lo habita y lo explota, aunque fuera su aliada en el pasado. Entonces vemos a Kate del Castillo narrar en un foro blanco cuando fue a ver al Chapo. Cuenta cómo iban subiendo al monte, de contrabando. Versión Netflix. Tengo que confesar que yo soy más cercana a esa versión, que a cualquier tipo de activismo pretencioso y artístico. Varios capítulos de esa serie también me inspiraron a hacer estas piezas, particularmente, el video. Pero sin estar enculada de Sean Penn, gracias a Dios.
Cuando hice ese primer viaje para pensar en qué quería filmar, lo único que sabía era que quería entrar al palacio de Durazo. Antes de que lo conviertan en restaurante y deje de ser una atracción turística medio under, pero no tan secreta. El mes pasado intentamos entrar, ya era más parecido a un hotel-cafetería que a los calabozos de la corrupción setentera de la policía chilanga.
Ver a Francisco tomarse su cafecito azucarado una mañana de confusión artística me aclaró la exposición. Él iba a ser el cuerpo en donde habitarán distintos fantasmas, distintos espectros ligados al paisaje. Siempre quise lograr hacer un reenactment chingón, estaba emocionadísima. Pensaba, según yo, en hacer una especie de “The Act of Killing” versión rebajada y paternal. Le conté a Francisco de mi propuesta y después mi papá entró a la discusión y ya éramos los tres emocionados con un guión que todavía no existía.
Mientras pensaba en las escenas, las anécdotas familiares abundaban entre comidas, desayunos y caminatas. Mi papá y sus hermanos crecieron en Acapulco durante la Guerra Sucia y tomé sus historias infantiles como una especie de estructura narrativa que ronda a Francisco poseído por espectros. Mientras, mi papá fungía como el líder del bautizado “Staff de la tercera edad” que resolvía iluminación, producción y scouting. La escena iluminada de rojo, de Francisco en la selva, es cortesía de los faros de la camioneta de mi papá y más momentos que se volvieron en clásicos familiares que se cuentan en la sobremesa y el dominó.
A ninguno de los dos les dije que iba a hablar de Joaquín. Todavía no lo saben y espero que me perdonen. Yo sé que lo extrañan mucho pero a los fantasmas hay que invocarlos de una buena vez, para que ya se vayan a descansar tranquilos. Yo casi no lo recuerdo y tal vez por eso, hablo así de él. Pero agradezco que te hayas dejado encontrar, Joaquín, para que a mi papá parezca que lo único que le da miedo, son las historias de fantasmas.
Creo que lo que más me gusta de ser artista es contar historias. Esta exhibición es una de esas veces.
Paloma Contreras Lomas