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November 30, 2023
“Siempre está ese movimiento de admiración de los ojos que se abren, pero la pupila se dilata cada vez menos y lo maravilloso, aun conservando su carácter de imprevisible, no parece particularmente extraordinario”.
Jacques Le Goff

Lo maravilloso es una categoría que ha cumplido distintas funciones a lo largo del tiempo. Su etimología proviene de la palabra mirabilia, conformada por el latín mir que implica algo visual (miror, mirari). Originalmente estaba ligada a cosas y situaciones sobrenaturales. En la hiperrealidad de hoy lo maravilloso se ha secularizado para designar una cualidad admirable, algo capaz de asombrar y sorprendernos.

Desde los años 80, Vilém Flusser reconoció en la nueva visualidad creada a partir de la tecnología, lo que él llamó como imágenes técnicas. Planteó las diferencias entre las reproducciones —como el caso de las fotografías, el filme, el video y la televisión— y las producciones, como en las creaciones computarizadas. En esta dualidad, una creciente ola de artistas nacidxs alrededor de la década de los 90, ha retomado las imágenes técnicas como los dibujos animados —de Disney, Looney Tunes, Neon Genesis Evangelion, Pokémon, Sonic the Hedgehog—, las imágenes corporativas y publicitarias de los 90 e inicios del siglo XXI, o los memes como la rana Pepe, entre otras referencias a la cibercultura y la cultura de consumo. Esta generación de artistas ha incorporado a sus prácticas de manera natural algunas estrategias creativas como el montaje digital, el circuit bending (manipulación de circuitos electrónicos de bajo voltaje), la realidad virtual o la inteligencia artificial. Con el objetivo de profundizar en estas manifestaciones, la exposición retoma el término cyberpop para referir aquella cualidad del ser humano que integra las tecnologías e imágenes enmarcadas en el imaginario popular actual para expandir las funciones biológicas. También designa aquellos productos culturales que toman como referente alguna imagen de la cultura pop digital.

La muestra El fin de lo maravilloso está organizada en tres secciones que exploran cómo se ha introyectado este imaginario cibernético. La primera, “Desolación”, conjunta obras que en un sentido de crítica social apuntan hacia algunas distorsiones y atajos de sobrevivencia de la sociedad de consumo. La segunda, “Recuerdos, reúne esta iconografía pop a manera de fantasmas remasterizados por estrategias como el circuit bending, programas de inteligencia artificial, el render, la impresión 3D e, incluso, un juego de barajas al estilo Pokémon. La tercera sección, “Bucle”, pone en diálogo distintas temáticas como la tropicalización de los memes, la globalización de productos culturales debido a las redes sociales, así como algunas implicaciones de la autogestión colectiva en la hiperconectividad de hoy.

En la actualidad, la unidad de medición temporal no son los segundos, los minutos o las horas, sino los scrolls: estamos constantemente desplazándonos. Esto puede conducir a una sensación de ansiedad e individualismo. El fin de lo maravilloso es homónimo de un capítulo de Constructos Flatline, libro de Mark Fisher, en el que aborda cómo la historia ha absorbido hacia la hiperrealidad todo lo que podría ser considerado como irreal: hoy es posible encarnar esas realidades que pensábamos sólo sucedían en los dibujos animados o en los videojuegos. Así, lo maravilloso, con su actual iconografía de lo fantástico, ha quedado absorbido por el flujo de contenidos audiovisuales que producimos y consumimos.

La aproximación de esta exposición refleja un imaginario generacional inundado por la iconografía fantástica. La saturación de lo audiovisual permite cuestionar el sentido de la distinción entre reproducciones y producciones: ambas predicen y autorregulan las potencias virtuales. Las piezas aquí reunidas dan cuenta del desvanecimiento de fronteras entre la realidad y la ficción, lo cual propicia un vaciamiento de lo maravilloso. Retomando la raíz latina de mirabilia, podemos afirmar que la mirada de nuestra época ansía cada vez más la estimulación sensorial. Existe una intensa inmersión en el fluir de lo audiovisual que, en la fase actual del mundo, lo maravilloso ha dejado de sorprender: la hiperrealidad se ha absorbido a sí misma.

Karol Wolley Reyes

November 30, 2023
“There is always that admiring movement of the eyes that open, but the pupil dilates less and less and the marvelous, while retaining its unpredictable character, does not seem particularly extraordinary.”
Jacques Le Goff

The wonderful is a category that has fulfilled different functions over time. Its etymology comes from the word mirabilia, made up of the Latin mir which implies something visual (miror, mirari). Originally it was linked to supernatural things and situations. In today's hyperreality, the marvelous has been secularized to designate an admirable quality, something capable of astonishing and surprising us.

Since the 80s, Vilém Flusser recognized in the new visuality created from technology, what he called technical images. He raised the differences between reproductions—as in the case of photographs, film, video, and television—and productions, as in computerized creations. In this duality, a growing wave of artists born around the 90s has taken up technical images such as cartoons—from Disney, Looney Tunes, Neon Genesis Evangelion, Pokémon, Sonic the Hedgehog—, corporate and advertising images. from the 90s and early 21st century, or memes like Pepe the frog, among other references to cyberculture and consumer culture. This generation of artists has naturally incorporated some creative strategies into their practices such as digital montage, circuit bending (manipulation of low-voltage electronic circuits), virtual reality or artificial intelligence. With the aim of delving into these manifestations, the exhibition takes up the term cyberpop to refer to that quality of the human being that integrates the technologies and images framed in the current popular imagination to expand biological functions. It also designates those cultural products that take as a reference some image of digital pop culture.

The exhibition El fin de lo maravilloso is organized into three sections that explore how this cybernetic imaginary has been introjected. The first, “Desolación (Desolation)”, brings together works that in a sense of social criticism point towards some distortions and shortcuts to survival of the consumer society. The second, “Recuerdos (Memories)”, brings together this pop iconography in the form of ghosts remastered by strategies such as circuit bending, artificial intelligence programs, rendering, 3D printing and even a Pokémon-style deck game. The third section, “Bucle (Loop)”, brings into dialogue different themes such as the tropicalization of memes, the globalization of cultural products due to social networks, as well as some implications of collective self-management in today's hyperconnectivity.

Currently, the unit of time measurement is not seconds, minutes or hours, but scrolls: we are constantly moving. This can lead to a feeling of anxiety and individualism. El fin de lo maravilloso is the namesake of a chapter in Flatline Constructs, a book by Mark Fisher, in which he addresses how history has absorbed into hyperreality everything that could be considered unreal: today it is possible to embody those realities that we thought only happened. in cartoons or video games. Thus, the marvelous, with its current iconography of the fantastic, has been absorbed by the flow of audiovisual content that we produce and consume.

The approach of this exhibition reflects a generational imagination flooded by fantastic iconography. The saturation of the audiovisual allows us to question the meaning of the distinction between reproductions and productions: both predict and self-regulate virtual powers. The pieces gathered here show the fading of boundaries between reality and fiction, which leads to an emptying of the wonderful. Returning to the Latin root of mirabilia, we can affirm that the gaze of our time increasingly craves sensory stimulation. There is an intense immersion in the flow of the audiovisual that, in the current phase of the world, the marvelous has ceased to surprise: hyperreality has absorbed itself.

Karol Wolley Reyes

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