Título / Title:
N/A
Año / Year:
Descripción / Description:
Cartucho 30 mm especial
Dimensiones / Dimensions:
8.5 h x 1 w cm
Lugar de procedencia / Origin:
N/D
Notas:
Recuperado en Guadalajara, México. Útil.

Esta es la historia de una bala perdida.

Marisol había logrado el balance perfecto. Su casa era preciosa y sus hijos eran educados y buenos estudiantes, aprendieron a hablar español, inglés y francés antes de entrar a la primaria. Ella siempre lucía impecable con los labios pintados de Dior Rouge 999 y el cabello suelto y moldeado. Además, era la mejor en su trabajo. Eso no lo decía ella, lo decían sus colegas.

Antes de salir de casa o bajarse de la camioneta, invariablemente metía la mano a su bolso y buscaba su icónico lápiz labial para un retoque. A tientas, siempre confundía el labial –que venía en un tubo edición de colección– con el cartucho calibre 30 mm que guardaba a la mano, “por si se ofrece”. Pensaba que esta perpetua confusión háptica era un buen augurio, significaba que siempre estaba lista para una emergencia. Tenía un rifle debajo del asiento de la camioneta, otro debajo de su cama y otro metido en el espacio entre el refrigerador y la pared. Los mantenía descargados, por si alguno de los niños los encontraba por accidente. Marisol era la líder de uno de los cárteles que dominaban el sureste del país. Incluso habían escrito un narcocorrido sobre su vida.

Un martes al mediodía, Marisol fue a recoger a sus hijos de la escuela. Como era su costumbre, antes de abrir la puerta de la camioneta bajó el visor del lado del conductor para verse en el espejo y metió la mano a su bolsa. Encontró, como siempre, primero el cartucho. Lo recorrió con sus dedos y, como siempre, se sintió segura de su buena suerte. Pero estaba buscando el labial, porque hay que verse bien hasta para ir por los niños. Nunca le cayeron bien las señoras que andan en pants y sudadera en la puerta de la escuela.

Engalanada con su cautivadora boca carmín, abrió la puerta de la camioneta y en cuanto su tacón izquierdo tocó el pavimento, un convoy armado del cártel rival abrió fuego en su contra. Con un movimiento rápido y seguro, Marisol tomó el arma que guardaba bajo el asiento y metió la mano a su bolsa para sacar el cartucho. Como una broma siniestra del universo, lo que sacó fue el tubo de Rouge 999.

Judith Reyes, una cantautora tamaulipeca de canciones populares revolucionarias en México, escribió palabras contra el “gorila” ––término con el cual como se ridiculizaba al granadero en la época en la que Díaz Ordaz mandó matar a un número todavía desconocido de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas.

“El gobierno de hoy en día

nos vigila el pensamiento,

éste no es el porfiriato

pero es parecido el cuento.

Se amenaza al estudiante

con la represión al día

y el prestigio de la escuela

en manos de la policía.

Uno y uno suman dos,

dos y uno suman tres!

Gorilita, gorilón! Qué feo te ves!

Uno y uno y otro más,

salta y brinca para atrás!

Gorilita, gorilón, qué feo estás!

Es derecho ciudadano

apoyar a un compañero,

en esto que no se matan

policías ni granaderos.

Porque con los estudiantes

¡ay de aquel que mal se enreda!

Echenle, échenle muchachos

y ninguno retroceda!

El gobierno que ahora

manda soldadotes a mi escuela,

me reprime y me sofoca

y la sangre me rebela.

Gobiernito, gobiernito,

de la negra tradición,

se parece al que mi abuelo

le hizo una revolución.”

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